Celta y Barcelona aplazaron hasta la próxima semana en el Camp Nou el desenlace de la eliminatoria de los octavos de final de la Copa del Rey después de empatar (1-1) en Balaídos, en un encuentro en el que el conjunto catalán, con muchas novedades en su equipo titular, solo fue superior en la segunda mitad.
Juan Carlos Unzué, entrenador céltico, trazó el partido con toda su artillería; el único no habitual fue el portero Sergio. Más revolucionario fue Ernesto Valverde: colocó al joven Arnáiz como delantero centro, rodeado por Aleix Vidal, Denis Suárez y André Gomes. Sin Messi, Luis Suárez e Iniesta, y alertado de la idea del Celta de buscar la posesión de la pelota, metió músculo para afrontar el encuentro.
Salió el Celta sin complejos, con Lobotka como brújula, presto para robarle el balón al Barcelona y marcar el ritmo de partido. E intuyó que solo con velocidad podría cuartear la defensa del equipo menos goleado de la Liga. Lo intentó nada más comenzar con una triangulación que no culminó Aspas porque Semedo estuvo rápido.
Tiró el Barcelona de paciencia. No se alteró ante el empuje gallego. Sin sus clásicas combinaciones electrizantes, lanzó un primer aviso con un desdoblamiento de Semedo por la banda derecha que finalizó con un cabezazo forzado de André Gomes. Poco después, tuvo su recompensa: gol de José Arnáiz en un contragolpe de área a área, con el Celta descolocado.
La secuencia tuvo tres jugadores: recuperó la pelota André Gomes en la frontal de su área; André Gomes buscó a Denis Suárez, que avanzó en la contra sin ritmo ‘messiniano’; Denis Suárez le devolvió el balón a André Gomes, que aguantó hasta encontrar el centro lateral perfecto; el joven talaverano acompañó la jugada por la zona central del área para marcar el gol. Una buena contra, un mal repliegue celeste y un gol con quince minutos de juego.
Ese gol desajustó el ritmo del Celta, que perdió el control de la pelota y una marcha de su ritmo inicial. Pero se recompuso. Y volvió a asomar sobre la portería de Cillessen. Sisto, Aspas, Jozabed y Maxi Gómez diseñaron una jugada con tiralíneas, en la que, pase a pase, tuvo un primer remate al travesaño de Aspas y acto seguido un cañonazo lateral de Sisto que se convirtió en el gol de empate.
No hubo muchas más ocasiones en los últimos diez minutos de la primera parte, salvo un tiro lejano de Wass para el Celta, otro más peligroso de Paulinho para el Barcelona.
El tiempo de descanso activó definitivamente al equipo de Valverde. Se apoderó del partido, imprimió un ritmo alto, y con su presión y empuje aprisionó al Celta. Creó tres buenas ocasiones en apenas cinco minutos: un cabezazo en plancha de Arnáiz, un error claro de Denis Suárez al rematar solo ante Sergio un centro lateral de Semedo y un latigazo desde veinte metros de Busquets que desvió el travesaño.
El Celta acusó el cansancio, desbordado, además, por los movimientos de los jugadores de ataque del Barcelona. Se percató de ese momento crítico el entrenador local. Refrescó su equipo con Brais Méndez y Emre Mor. Y algo avivó al equipo gallego. Después de veinticinco minutos sin acercarse al área visitante, Mor se aproximó dos veces con peligro, en la primera dudó en el momento del tiro, en la segunda rozó el gol tras asociarse con Aspas.
Se acaloró bajo la lluvia el tramo final del partido, con disparos de Dembéle -volvió a jugar después de su lesión en septiembre- o Rakitic para plasmar el dominio del conjunto de Valverde, con tiros peligrosos de Maxi Gómez y Aspas cuando el Celta volvió ser a un equipo atrevido, y con un intento final de Sergi Roberto para romper el empate con el que concluyó el primer acto de la eliminatoria.
EFE